Me gusta más llamarlo Día de los Trabajadores que Día del Trabajo, simplemente porque el concepto alude a las personas y porque, en realidad, se conmemoran logros en materia de regulación laboral que personas consiguieron para personas. Como las famosas 8 horas límite en su jornada diaria que lograron institucionalizar aquellos obreros en Chicago, en el último cuarto del siglo XIX, cuando en plena Revolución Industrial en las fábricas las jornadas eran infinitas, por no hablar de las condiciones insalubres, de la mano de obra infantil…
Desde entonces, se han conmemorado muchos 1 de Mayo, y se incide o se pone el foco en reivindicaciones más o menos pertinentes para mejorar, en definitiva, el mundo del trabajo para los trabajadores, en su condición de personas. El trabajo, entendido como un instrumento necesario para la supervivencia y convivencia en sociedad, ha de ser digno, respetuoso y proporcionar un medio de vida estable.
Este Día de los Trabajadores y Trabajadoras es diferente a todos los que hemos vivido. No habrá manifestaciones ni actos públicos debido al confinamiento. Sin embargo, el detonante de la zozobra actual, el maldito coronavirus o COVID19 y la emergencia sanitaria que desató hace apenas semanas, ha provocado otras crisis encadenadas, que desembocan todas en la emergencia social. A la cabeza de esas crisis, la hecatombe económica. Miles de empresas han cerrado, otras tantas han practicado ERTES. Y la inmensa mayoría, en el caso sobre todo de las pymes, si sobreviven, lo hacen sometidas a la incertidumbre y el miedo por lo que pasará mañana.
Por eso este 1 de Mayo, mirando por las personas -trabajadoras y trabajadores-, la prioridad es mantener al máximo el tejido empresarial. Y, por qué no, entender en este drama la parte de oportunidad para dar el paso hacia la economía social, que ofrece alternativas al cierre de empresas mercantiles, de capital, acuciadas por las circunstancias.
Desde aquí quiero transmitir ese mensaje a muchas personas que no le ven salida al bloqueo que sufre su actual modelo de empresa. El modelo que tenemos las cooperativas de trabajo nos permite mucha mayor flexibilidad ante situaciones adversas. Convertirnos en socios trabajadores y tomar las riendas de nuestro proyecto laboral supone tomar una decisión poniendo en el centro a la persona, su estabilidad laboral y bienestar a largo plazo.
Me atrevo a afirmar que las cooperativas de trabajo estamos resistiendo mejor que otro tipo de empresas el primer asalto de esta crisis, que es cierto que solo acaba de empezar en lo económico. Y es porque esa flexibilidad a la que aludía nos permite hacer todo tipo de reajustes e incluso reorientar nuestras actividades: es algo, podríamos decir, que viene dado por nuestro material genético. Así nos concebimos al nacer, junto a otras muchas características propias del cooperativismo.
Después de la crisis de 2008, cientos de proyectos empresariales y miles de empleos se mantuvieron gracias a que sus trabajadores y trabajadoras salieron al rescate y se constituyeron en cooperativas de trabajo que hoy se mantienen como empresas solventes. Aquello fue un éxito del que poco se habla. Para ello, necesitaríamos por parte de las administraciones públicas una flexibilización de la Ley Concursal y/o aprobación de un paquete de medidas que faciliten la transformación sin llegar a un proceso de insolvencia.
Las cooperativas de trabajo somos empresas, lo digo siempre. Generamos empleo, servicios y riqueza. Pese a que no vivimos tiempos de prosperidad, somos una oportunidad para rescatar personas trabajadoras que ven cómo el proyecto empresarial del que formaban parte se desmorona.
Cuando podamos hacer balance de los daños que cause esta crisis, veremos. En la actualidad, al menos hay 17.000 cooperativas de trabajo haciendo frente a la adversidad, dando empleo directo a unas 280.000 personas. Lo hacen desde un modelo ético de participación y gestión económica y empresarial que contribuye al crecimiento socioeconómico de la localidad en que se ubica, pues el apego al territorio es otra de sus características de base, fomentando la cohesión social y generando riqueza y servicios donde se instalan.
Por eso, este 1 de Mayo, como presidente de la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA), pongo especialmente en valor nuestro modelo empresarial y su compromiso primordial con el empleo.